Entre romano y romano ha caído en mis manos una hermosa figura. Los soldados napoleónicos no son mis preferidos, pero en este caso es más que eso, es una tierna escena que me cautivó de inmediato.
Este producto de la casa El Viejo Dragón nos muestra no solo la maestría de sus escultores, sino también nos produce sentimientos. Nos encontramos con una triste y romántica despedida sacada del cuadro «The girl i left behind» del pintor Charles Green.
El soldado inclina ligueramente su cabeza hacia la cara de su amada que agarrada a él parece no querer dejarle marchar. Ella, con los ojos cerrados, muestra la tristeza de los que se quedan, muestra la incertidumbre sobre el destino que le aguarda a su amado, y parece no querer admitir los sufrimientos que se le vienen encima.
Él, parece intentar consolarla, quizás diciéndole que no se preocupe, que pronto volverá,… que es su trabajo.
Con el fusil al hombro, en una postura despreocupada e informal, parece dar la sensación de ser un soldado con experiencia en combate, en la guerra cruel de aquella época donde se terminaba luchando a bayoneta calada cuerpo a cuerpo.
El soldado inglés lleva a su espalda todo el equipamiento reglamentario: mochila con la manta, cantimplora y un pequeño bolso para las municiones. Parece increíble que con el paso del tiempo desapareciesen todas las prendas de protección de la época Antigua y Medieval tales como la cota de malla, armaduras, etc… incluso el casco se sustituye por un más estético pero ineficaz e incómodo chaco de cuero, extraño no?
Con relación a la pintura, se destaca en especial el vestido de la dama, en color naranja, que le da un bonito contrate con el uniforme del soldado. Uno de los detalles más importantes es la línea negra que separa ambas figuras (hay que decir que los dos personajes están en una sola pieza, y que solo el brazo que porta el fusil, la bota en posición más retrasada, y el equipamiento vienen sueltas) que hace que no de la impresión de estar ambos fusionados.
A esta maravillosa escena se le tiene que realizar un no menos espléndido escenario. Para ello he utilizado una pared derruida, en material de escayola, un fardo de leña, y un terreno en colores oscuros, con pequeños matojos y hojas secas.
Un buen producto de El Viejo Dragón con el que he disfrutado mucho.
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